martes, 28 de mayo de 2013

Recomendados gra

Orgullo y prejuicio. Jane Austen

Jane Austen era una señorita que escribió varias novelas, en Inglaterra, a principios del 1800.  Todas hablan de la vida de la burguesía rural inglesa, son algo así como novelitas rosas, pero con una carga de ironía y un destripamiento de la sociedad que las hacen muy particulares. Considerada por muchos una Shakespeare femenina, es interesante leerla. Es entretenida, ácida, con un ritmo interesante.

El largo adios, Raymond Chandler

Chandler empezó a escribir a los 45 años, tras muchos años como gerente de una petrolera. Es, junto con Dashiell Hammet, el iniciador de lo que se conoce como la novela negra. La diferencia entre el policial clásico y la novela negra es que éste sale de las casas, en donde de alguna manera la pregunta es si fue el mayordomo. Son novelas más violentas, donde el crimen forma parte de la sociedad que lo genera, los personajes no son tan claramente buenos y malos, algo de decadencia siempre presente. El estilo es increíble, oraciones cortas, ritmo acelerado, diálogos mordaces. Luego vinieron muchos escritores de todo el mundo que siguieron profundizando en la novela negra. Acá, por ejemplo, Rodolfo Walsh, Piglia. El siglo XX le debe mucho a la novela negra yanqui.
Hay muchos autores interesantes, además de Chandler y Hammett. Patricia Highsmith, Jim Thompson, Horace Mc Coy, Chester Himes, Simenon, etc, etc.
El largo adios es como un manueal de novela negra. Crudo y con algo de ternura, el personaje de Terry Lennox es un jodido muy encantador y querible.

El gran Gatsby, Scott Fitzgerald

Fitzgerald es un escritor yanqui de la época del jazz, que pertenecia a la élite intelectual y social de su época. Era de esos yanquis que se paseaban por París, glamorosos y divertidos. Sus novelas tiene algo burbujeante, vital, y al mismo tiempo oscuro y trágico. Tanto El gran Gatsby, como Suave es la noche, Hermosos y malditos, el Crack up, mantiene ese tono vibrante y al mismo tiempo siniestro.
Su vida fue igual de excitante y tremenda. Junto con su mujer, Zelda, eran la parejita de moda, a los que todos querían tener de amigos. Sin embargo Zelda terminó internada en un manicomio, muy joven, y Scott murió a los 44 años, con serios problemas de alcoholismo.
Su literatura es exquisita, muy trabajada, con personajes complejos.

Música para camaleones, Truman Capote

Música para camaleones es el último libro que escribió Capote. Se trata de una serie de crónicas y cuentos, desde una hermosa semblanza de Marilyn Monroe hasta las aventuras de una viaja que limpia casas en Nueva york. 
Desde sus primeras novelas típicamente sureñas, como El harpa de hierba, pasando por la joyita que es desayuno en Tiffany, y la crudeza de A sangre fría, se puede decir mucho de Truman, menos que no conoce el oficio de escribir. 
Su vida es interesante y trágica. Hay una excelente biografía, escrita por Gerarld Clarke, que viene bien para conocer la vida del excéntrico Capote, y también su obra.

lunes, 27 de mayo de 2013

Después de la foto

Y después de la foto de Dani la mesa se llena con vino, quesitos, papeles, cuadernos.
Y después nos vamos.
Daniela nos acompaña innecesariamente, de puro anfitriona,  hasta la puerta de calle y ahí nos despide.
Caminamos todos juntos para el lado de Corrientes (el puente está prohibido).
El último jueves yo me iba sola para Pueyrredón (no Alejo, no me vas a convencer de caminar cuatro cuadras de más por no ir sola por ahi. Igual fue lindo el gesto. Un caballero)
Sarmiento está bastante oscura, las luces de la calle son pobres, y la hacen parecer más decadente aún.  La cosa cambia al llegar a la avenida. Mucha gente, muchos autos, mucha basura, mucho ruido.
Apenas doblás en Pueyrredón para el lado de Once hay un montón de puestos todos muy juntos, como si fueran uno solo, donde se vende comida.  Desde tortas, sandwiches y viandas hasta comida elaborada. Todo en un par de metros. Me hace acordar a las calles de Bangkok o de cualquier ciudad de Asia que, por supuesto, no conozco.
Suena raro esta especie de restaurante al aire libre. Está tan lleno de cosas y de gente que cuesta caminar por ahí.
Pocos metros más allá está la parada del 115 que tomo para llegar a Boedo. Espero largo. Miro los taxis que paran a comprar comida. Pienso que seguramente es rica. Hace frío, y tengo hambre.
Una corrida, dos tipos a pocos metros agarran a otro, lo tiran al piso y le pegan. Mucho. Patadas en la cabeza. Le dan feo. Al principio todos miran, algunos de los de la comida se ríen. Luego se acerca gente a ver qué pasa. No los separan, no intervienen. Pienso que seguramente no es un chorro. Vi una vez en el tren como agarraban a un chorro, y casi lo matan entre todos. Esto suena más personal.
Se forma una ronda alrededor, al final un par intervienen y le sacan al pobre tipo de las manos. Se putean, se gritan. Viene la cana y como por arte de magia se disuelve el círculo.
Unos minutos antes estaba sentada, a pocas cuadras de este mercado persa, tomando mate y hablando de ritmos, formas narrativas, blogs y recitales de poesía. Se complica intentar conciliar ambas realidades.
Pienso que, así como los pintores tiene clase con modelo vivo, podría ser divertida una clase de escritura viva en esa esquina.  Ya la veo a Anita mirando con sus ojos tan dulces lo bien que maneja el cuchillo la piba que hace los sandwiches. Mientras, Alejo busca algún bar donde haya un tipo medio puesto pero con la prestancia intacta, mirando de coté a una mujer de largas piernas y cara de no sé si te lo doy. A Gonza todavía no lo conozco, pero imagino que será algo oscuro. Quizás una pelea como la que vi ese jueves.

domingo, 26 de mayo de 2013

Ana recomienda!



  • Un clásico de la literatura argentina: Rayuela, de Julio Córtazar.
"Y era tan natural cruzar la calle, subir los peldaños del puente, entrar en su delgada cintura y acercarme a la Maga que sonreía sin sorpresa, convencida como yo de que un encuentro casual era lo menos casual en nuestras vidas, y que la gente que se da citas precisas es la misma que necesita papel rayado para escribirse o que aprieta desde abajo el tubo de dentífrico."
     
  • Una belleza literaria: La Elegancia del Erizo, de Muriel Barbery.
"Y entonces, lluvia de verano...
¿Saben lo que es la lluvia de verano?
Primero la belleza pura horadando el cielo de verano, ese temor respetuoso que se apodera del corazón, sentirse uno tan irrisorio en el centro mismo de lo sublime, tan frágil y tan pleno de la majestuosidad de las cosas, atónito, cautivado, embelesado por la magnificencia del mundo. Luego, recorrer un pasillo y, de pronto, penetrar en una cámara de luz. Otra dimensión, certezas recién formadas. El cuerpo deja de ser ganga, el espíritu habita las nubes, la fuerza del agua es suya, se anuncian días felices, en un renacer.
Después, como a veces el llanto, cuando es rotundo, fuerte y solitario, deja tras de sí un gran espacio lavado de discordias, la lluvia, en verano, barriendo el polvo inmóvil, crea en las almas de los seres una suerte de hálito sin fin.
Así, ciertas lluvias de verano se anclan en nosotros como un nuevo corazón que late al unísono de otro."
  • Una ficción histórica: La Casa de los Espíritus, de Isabel Allende.
"...que la memoria es frágil y el transcurso de una vida es muy breve y sucede todo tan deprisa que no alcanzamos a ver la relación entre los acontecimientos, no podemos medir la consecuencia de los actos, creemos en la ficción del tiempo, en el presente, el pasado y el futuro, pero puede ser también que todo ocurra simultáneamente..."
  • Una novela atemporal: 1984, de George Orwell.
"Era una enorme estructura piramidal de cemento armado blanco y reluciente, que se elevaba, terraza tras terraza, a unos trescientos metros de altura. Desde donde Winston se hallaba, podían leerse, adheridas sobre su blanca fachada en letras de elegante forma, las tres consignas del partido:
LA GUERRA ES LA PAZ
LA LIBERTAD ES LA ESCLAVITUD
LA IGNORANCIA ES LA FUERZA"

  • Una novela para devorar en tres días: Mil Soles Espléndidos, de Khaled Hosseini.
"-¡Vuelve atrás!- ordenó-. No, no mires. ¡Date la vuelta! ¡Vuelve atrás!
Pero no fue lo bastante rápido. Mariam lo vio. Una ráfaga de viento levantó las ramas caídas del sauce llorón como si fueran una cortina y Mariam vislumbró lo que había bajo el árbol: la silla volcada. La cuerda colgando de una rama alta..."
  • Una novela que es un análisis de las relaciones humanas: La Mujer Justa, de Sándor Marai.
"No pretendo interpretar el papel de Juana de Arco: no es que recibiera ningún mensaje divino, pero una voz fuerte y clara, tan clara como el sentimiento más vivo, me dijo que no podía seguir viviendo así porque no tenía ningún sentido, era una situación humillante, cruel e inhumana. Debía cambiar las cosas, obrar un milagro. Hay instantes en la vida en que lo ves todo claro, con absoluta lucidez: vuelves a descubrir energías y posibilidades escondidas, y comprendes por qué has sido tan cobarde o tan débil. Esos momentos constituyen puntos de inflexión en la vida. Llegan sin avisar, como la muerte o la conversión."