lunes, 27 de mayo de 2013

Después de la foto

Y después de la foto de Dani la mesa se llena con vino, quesitos, papeles, cuadernos.
Y después nos vamos.
Daniela nos acompaña innecesariamente, de puro anfitriona,  hasta la puerta de calle y ahí nos despide.
Caminamos todos juntos para el lado de Corrientes (el puente está prohibido).
El último jueves yo me iba sola para Pueyrredón (no Alejo, no me vas a convencer de caminar cuatro cuadras de más por no ir sola por ahi. Igual fue lindo el gesto. Un caballero)
Sarmiento está bastante oscura, las luces de la calle son pobres, y la hacen parecer más decadente aún.  La cosa cambia al llegar a la avenida. Mucha gente, muchos autos, mucha basura, mucho ruido.
Apenas doblás en Pueyrredón para el lado de Once hay un montón de puestos todos muy juntos, como si fueran uno solo, donde se vende comida.  Desde tortas, sandwiches y viandas hasta comida elaborada. Todo en un par de metros. Me hace acordar a las calles de Bangkok o de cualquier ciudad de Asia que, por supuesto, no conozco.
Suena raro esta especie de restaurante al aire libre. Está tan lleno de cosas y de gente que cuesta caminar por ahí.
Pocos metros más allá está la parada del 115 que tomo para llegar a Boedo. Espero largo. Miro los taxis que paran a comprar comida. Pienso que seguramente es rica. Hace frío, y tengo hambre.
Una corrida, dos tipos a pocos metros agarran a otro, lo tiran al piso y le pegan. Mucho. Patadas en la cabeza. Le dan feo. Al principio todos miran, algunos de los de la comida se ríen. Luego se acerca gente a ver qué pasa. No los separan, no intervienen. Pienso que seguramente no es un chorro. Vi una vez en el tren como agarraban a un chorro, y casi lo matan entre todos. Esto suena más personal.
Se forma una ronda alrededor, al final un par intervienen y le sacan al pobre tipo de las manos. Se putean, se gritan. Viene la cana y como por arte de magia se disuelve el círculo.
Unos minutos antes estaba sentada, a pocas cuadras de este mercado persa, tomando mate y hablando de ritmos, formas narrativas, blogs y recitales de poesía. Se complica intentar conciliar ambas realidades.
Pienso que, así como los pintores tiene clase con modelo vivo, podría ser divertida una clase de escritura viva en esa esquina.  Ya la veo a Anita mirando con sus ojos tan dulces lo bien que maneja el cuchillo la piba que hace los sandwiches. Mientras, Alejo busca algún bar donde haya un tipo medio puesto pero con la prestancia intacta, mirando de coté a una mujer de largas piernas y cara de no sé si te lo doy. A Gonza todavía no lo conozco, pero imagino que será algo oscuro. Quizás una pelea como la que vi ese jueves.

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